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Pablo Escobar
La primera entrevista que dio Pablo Escobar
Por: Fernando Álvarez
Transcurría un lunes de consejo de redacción en la revista Semana, donde yo trabajaba como periodista. Era mayo de 1983. Luego de que el jefe de redacción, la editora y el columnista estrella propusieran sus temas de actualidad y de coyuntura, cuando la sesión estaba a punto de terminar, me atreví a proponer un tema que podía terminar en rechifla o en murmuréo descalificador. “Jefe -le dije al director-, hay en Medellín un tal Pablo que aspira a la Cámara de Representantes por el Movimiento de Jairo Ortega y Alberto Santofimio, que todo el mundo dice que es un mafioso y me gustaría hacerle un reportaje”.
“Ah! sí -respondió Felipe López-, me contó Carlos Nader que es un personaje con canecas de basura en forma de caimán en una finca que tiene en Puerto Triunfo. Pero no creo que lo consiga. Vaquero, (así me llamaban), si tiene novia en Medellín vaya pero dudo que logre la entrevista”. Conocía de su existencia desde el año anterior por el constante run run en Medellín durante la campaña presidencial de Alfonso Lopez Michelsen, que me correspondió cubrir. Se hablaba entonces de un tal Pablo que estaba en las listas de Renovación Liberal como suplente de Jairo Ortega y se decía que era un poderoso miembro de la mafia.
Un amigo de mi barrio que pertenecía a una de esas familias que recientemente habían adquirido carros lujosos para la época, como Ford LTD, ¨chicaneaba¨ con que su carro Buick modelo 80 había sido el pago de ¨Los Pablos¨ por ¨una mercancía¨ que le habían comprado. Al parecer eso le daba algún caché en le mundo del traqueteo. Una vez me aprobaron los viáticos en la revista, lo busqué y le dije que me contactara con los Pablos. Él llamó a un hermano suyo que conocía una novía de un tal Octavio Piedrahita, dueño del Deportivo Pereira y amigo de los Pablos. Él me pondría en contacto con ellos.
Viajé a Medellín sin fotógrafo porque nadie en la revista creía que yo regresaría con la chiva. Me llevé una Olympus como las que usaban los fotógrafos de la carrera séptima y me embarqué.  Al llegar a Medellín en el aeropuerto Olaya Herrera me esperaba Sandra, la amiga de mi amigo y novia de Piedrahita. Una hermosa paisa que conducía como en el autódromo y cuya minifalda se trepaba hasta la tentación, pero yo iba concentrado en mi entrevista, o mejor, en cómo reaccionaría mi entrevistado.
Sin más vueltas me llevó a la discoteca Kevins,  en apogeo por esos días y cuyo dueño era un tal ‘Pelusa’, socio de Escobar y de nombre Jose Ocampo, dueño también de una famosa finca ganadera en Necoclí llamada la Virgen del Cobre. Tan pronto llegamos y Sandra se disponía a parquear su Reanult 18, vio algo que le produjo una inesperada reacción, palideció y se escurrió por debajo del volante. Me dijo, “bájese, ahí adentro debe estar Pablo Escobar, pero no lo puedo llevar porque no saldría viva de aquí. Vaya y pregunte por él, que tenga suerte aunque no creo que le de la entrevista”.
Santofimio y Escobar
Alberto Santofimio promovió a Pablo Escobar en la política.
Yo quedé toteado del susto y fui entrando tímidamente al salón donde había una especie de reunión. Eran casi las 7 p.m. y había una convocatoria a un Foro Nacional de Extraditables.  El acto ya había comenzado y pasé inadvertido. Me acercaba poco a poco a la tarima para identificar los personajes que estaban en la mesa que presidía el acto y me abordó un moreno grueso con cara de todo menos de anfitrión. “¿Quien eres tu? ¿De donde vienés?”  Yo desenfundé rápidamente mi carné de Semana y se lo mostré. Lo tomó y me dijo, “ya vengo, soy Faber”, y se dirigió a la mesa donde varios de los que presidían el foro hicieron un gesto no muy emotivo, y más bien dubitativo, de aprobación.
“Que puedes estar en el Foro pero que nos gustaría saber más tarde qué es lo que vas a contar”, me dijo Faber. Yo dije que no había venido a cubrir el evento sino a entrevistarme con el señor Pablo Escobar. Con su mirada, que me atendía poco amigablemente, Faber parecía querer decirme que yo estaba loco y fue a preguntar si mi petición podía cumplirse.
Faber se dirigió a un señor de bigote con aspecto de malhumorado, pésimamente vestido, peinado vaselino y quien no hacía más que mirar como bobo a una de sus compañeras de mesa, Virginia Vallejo, una diva de la televisión famosa por sus piernas y su glamour, que conducía el evento al lado del conocido ex magistrado Humberto Barrera Domínguez y del controvertido exparlamentario anapista Gabriel Zapata Izasa. Ese hombre con cara de conductor de buseta bogotano me miró con reserva desde lejos y me mandó decir: ¨que me espere¨.
Yo comencé a hacer la cuenta regresiva, aunque no dejaba de ser interesante que alguien que pidió la palabra contaba que un colombiano de nombre Carlos Arango iba a ser ejecutado en la silla eléctrica en Miami por esos días y proponía que el Foro Nacional de Extraditables pidiera al gobierno colombiano que exigiera a los Estados Unidos no aplicar una pena que no existía en Colombia. En efecto, surgió un movimiento de reclamaciones hasta de la Comisión Andina de Juristas que logró que los jueces de la Florida cambiaran la silla por cerca de 20 años de prisión. Irónicamente, tan pronto Carlos Arango cumplió su pena, hace unos cinco años, regresó a Medellín donde fue acribillado salvajemente.
Cuando el foro terminaba Pablo Escobar se apresuró a saludarme. En tono entre paisa y altanero dijo: “Buenas noches, periodista, nosotros respetamos mucho la revista Semana y al doctor Alfonso López, por eso le voy a conceder la entrevista. Quédese en el Inter y nos vemos mañana a las 12 en el lobby”. Me hospedé esa noche a dos calles en el Hotel Intercontinental pero casi no dormí. Esperaba con ansiedad la entrevista y me causaba curiosidad mi entrevistado. Dos días después, cuando me fui a chequear para salir  del hotel me dijeron que mi cuenta estaba paga. Botones y recepcionistas me pidieron el taxi para el aeropuerto.
La ansiada entrevista
Sentados en la mesa del restaurante del hotel al día siguiente, Escobar pidió bandeja paisa para los dos y comenzó a responder preguntas. Con una grabadora de dotación del tamaño de un libro, puse el casete de 90 minutos a rodar. Pregunta va, respuesta viene, me contaba que hacía cosas por el deporte, que iluminaba canchas en Medellín, que tenía inmensos proyectos turísticos en Puerto Triunfo, que la clase política lo perseguía porque se repetía en cabeza suya la historia de Jorge Eliecer Gaitán con la oligarquía y que tendría una muy alta su votación porque su carrera política sería fulgurante.
Pablo Escobar
Fernando de Jesús Álvarez (primero de izquierda a derecha) en la redacción de la revista Semana.
Yo medio almorzaba sin disfrutar mucho la bandeja paisa y no prestaba mucha atención a lo que me contaba porque en mi cabeza sólo daba vueltas la forma de preguntarle por el origen de su dinero. Casi dos horas divagué mentalmente buscando la forma de abordarlo con la pregunta de los millones. Que un mafioso fuera interrogado sobre su fortuna, por lo menos en ese momento, no era fácil. Con la tensión que producía el temor a que enfureciera y con plena conciencia de que el disgusto de este señor podía resultar literalmente mortal, cuando hablaba de su hermano Roberto, el ciclista, y de la fábrica de bicicletas Osito, logré que entráramos en temas de dinero y al final en cómo había construido su fortuna.
” Se dice que su dinero tiene algunos orígenes que para ciertos sectores de la sociedad no resultan fáciles de explicar e incluso hay quienes afirman que podrían estar ligados a algún tipo de actividades consideradas no lícitas o por lo menos…” Escobar se solidarizó conmigo y me interrumpió al notar que me volvía un ocho y me esforzaba en puntualizar. Refutó con un enérgico: “Vea hombre, a Jesucristo lo calumniaron, a Bolivar lo denigraron, a Gaitán lo tildaron de comunista. Que digan que yo soy mafioso es lo menos que se puede esperar de esta oligarquía que no quiere que le toquen su poder”.
Una vez salí de eso, respiré. Lo mire tranquilo y le pude echar mano al chicharrón. Se había terminado la angustia pero comenzaba cierto aburrimiento porque se dedicó a hablar de lo exitoso que eran sus negocios, que compraba tierra barata y la vendía cara, que tenía suerte porque todo lo que adquiría lo vendía luego al doble y que su intuición para mover el dinero era algo que lo acompañaba desde muy joven. Obviamente negó que tuviera cualquier vínculo con actividades ilícitas y más bien terminé, poco a poco, sometido a un interrogatorio sobre la revista. Cómo se hacía Semana, cuánto capital habían aportado los socios y qué tanto requería una inversión de esas. Mis respuestas eran muy lejanas porque no conocía detalles pero notaba que en su búsqueda de poder político incluía la urgencia del poder mediático. De hecho, sin ningún tapujo y en un exceso de confianza me dijo “averíguame bien esas cosas y montamos una revista”.
Sentí un poco atrevida su propuesta pero días después, cuando montó en El Poblado el noticiero Antioquia al Día, que se emitía en el espacio de Arturo Abella, un conservador recalcitrante que no tuvo problemas en consentirlo, el cual dirigía Antonio Restrepo, un antiguo dirigente de izquierda que por poco resulta mi ídolo cuando fundó el movimiento Ruptura en 1977, y  terminó de dirigente bananero. Comprendí que las propuestas de Escobar, fuera o no narcotraficante, eran aceptadas por un sector de la sociedad que estaba dispuesto a acogerlo en su seno con sus proyectos políticos, económicos, sociales, populistas y hasta criminales.
En ese momento entendí que ese hombre que estaba al frente mío iba a dar mucho que hablar en Colombia. Y justamente con esa frase terminó el artículo deSemana ’Un Robin Hood paisa’, que para quienes no captaron la connotación peyorativa del título, resultaba una especie de apología al delito, mientras que Enrique Santos Calderón, por ejemplo, salía en defensa del tema en su columna, en la que decía que ese fenómeno  había que contarlo y que ignorarlo no resolvía un problema que apenas comenzaba.
Pero luego vendría otra angustia peor. Desde el momento en que me despedí de Pablo Escobar, luego de un tour que me hizo al día siguiente en su Renault 18 por los barrios nororientales y por el basurero de Medellín, donde había construido una especie de urbanización de interés social, y en donde le disparé algunas fotos con las señoras que barrían el piso de tierra, regresé a Bogota el viernes. Por la noche escribí con la supervisión y ayuda de Felipe López el artículo y me dediqué a esperar impacientemente que llegara el martes siguiente, cuando saldría la revista. Si preguntarle era difícil, escribir sobre él era infinitamente peor. Ahora estaba ansioso por saber cómo le parecería el artículo a Escobar, porque sentía que si llegase a existir una sola letra que no le gustara, estaría en problemas. Y su forma de mirar me indicaba que no tendría contemplaciones.
Llegó el martes y tan pronto me informé de la hora en que llegaría la revista a Medellín llamé por teléfono a un señor Gustavo Upeguí, quien le cargaba a Escobar un carriel con dinero para darle a los del basurero y a todo el que su jefe dijera, y muchos años después terminaría dueño del equipo Envigado y posteriormente asesinado en las vendettas con ‘Don Berna’. Cuando contestó el teléfono Upeguí me saludó: ¨ministro de comunicaciones -me dijo- Eso quedó muy bueno y el patrón está feliz”. Volví a respirar.
Pablo Escobar y Fernando de Jesús Álvarez
Fernando de Jesús Álvarez logró hablar con Pablo Escobar cuando se abría camino en la política.
A partir de ese momento empezaron a buscarme los periodistas internacionales.The GuardianLe ExpressTimeNewsweekLe FigaroCambio 16, El País y noticieros de televisión de todas partes del mundo me llamaban para que les ayudara a entrevistar a Pablo Escobar. Yo no estaba autorizado para dar sus datos y lo que me correspondía por tratarse de colegas era preguntarle a Escobar o a su gente si quería dar entrevistas. Escobar, que no tenía pelos en la lengua, me preguntaba si tenía cara de periodista o si parecía agente secreto americano o algo así.
Con el escalofrío que produce el supuesto escenario que se desprende de su pregunta, yo terminaba observando al con cada solicitante extranjero con ojos de analista o sicólogo industrial. Pero quedaba nuevamente en una sin salida. Podía decirle al periodista que siguiera su camino, que yo no me metía en eso y olvidarme de mi solidaridad de gremio. Pero nunca sabría si estaba dejando de ver algo. De hecho, en varias ocasiones Escobar me dijo que fuera con el periodista. Y yo, ligero de patitas, armaba viaje porque siempre sentí que no debía perderme lo que estaba ocurriendo alrededor de tan particular personaje.
Esa cercanía me permitió tener a Pablo Escobar como fuente. De hecho resultó muy importante para que yo pudiera contar en Semana el caso del colombiano que iban a condenar a la silla eléctrica. Cuando lo llamé me dijo que me ayudaría con una única condición, que mi investigación sobre Arango y su familia sirviera para que Virginia pudiera hacer la misma nota en su programa en Globo Televisión. A ella le mandaba avión para recogerla y a mí me dijo vente con ella y de paso van adelantando su nota.
En ese viaje tuve la oportunidad de ver su reverencia con la presentadora, su timidez para conquistarla y su ridícula forma de tratar de impresionarla con supuestos conocimientos esotéricos. Su afición por el fútbol y su frustración como futbolista. Su gusto por la rokola y su maña de dormir hasta mediodía. Su forma de segregar la información y de compartimentar sus amistades. Era fácil que pasara de una sala en donde atendía a Bernardo Guerra Serna, el cacique liberal más importante de Antioquia, para pasar a otra donde escondía sus ‘pistolocos’. De una cabaña donde atendía al sacerdote Elías Lopera a otra donde se hablaba en voz muy baja con personajes que, aún desde lejos, se veían siniestros.
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Exclusivo: Miembro del cartel de Cali dice que sí financiaron campaña de Samper

Fuente: La FM
El expresidente Ernesto Samper / Foto de El Heraldo

Según conoció LA F.m., la explosiva revelación la hizo William Rodríguez Abadía, conocido como 'El Heredero del cartel'.
Por primera vez uno de los principales miembros del cartel de Cali habla sobre la supuesta financiación de esta organización narcotraficante a la campaña de Ernesto Samper Pizano. Según conoció la F.m., la explosiva revelación la hizo William Rodríguez Abadía, conocido como el heredero del cartel, hijo de miguel Rodríguez, y sobrino de Gilberto Rodríguez orejuela, máximos jefes de esta organización,  hoy presos en cárceles de Estados Unidos.
 
En la diligencia judicial, hecha ante fiscales colombianos, William Rodríguez también habla de reuniones con los ex ministros de defensa Fernando Botero Zea y de gobierno Horacio Serpa Uribe para tratar temas de extradición y extinción de dominio. Es la primera vez que William Rodríguez, quien cumplió una pena por narcotráfico en Estados Unidos, aceptó entregar una declaración ante autoridades judiciales colombianas.
 
La diligencia se realizó el pasado 15 de abril,  dentro de la investigación por el magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. La declaración,  que se realizó en Miami, en el edificio federal de la corte de ese país se hizo bajo absoluta reserva, con la participación de dos fiscales colombianos, un procurador, los abogados de Rodríguez Abadía, de Horacio Serpa y de la  familia Gómez, además de la presencia  de funcionarios judiciales de estados unidos.
 
Esta es la historia de la diligencia judicial, conocida en exclusiva por la F.m. A las 8 y 30 de la mañana arrancó la declaración de William Rodríguez, con la advertencia de que se trataba de una diligencia judicial bajo los parámetros de las leyes colombianas.
 
El testimonio inició con los generales de ley, en donde Rodríguez recordó que era abogado y había cumplido una pena con la justicia estadounidense. Ya avanzada la diligencia, se le preguntó a Rodríguez lo siguiente: ¿Señor William Rodríguez usted tuvo o no conocimiento del ingreso de dineros del cartel de Cali a la campaña de Ernesto Samper? La respuesta fue la siguiente: Sí... se le dio dinero a la campaña de Ernesto Samper, fue un dinero considerable...   fueron 10 millones de dólares.
 
Rodríguez siguió con su relato y precisó que la entrega de este dinero se gestionó y la conocieron algunas personas, entre ellas el ex representante liberal por el valle del cauca, Jairo Chavarriaga Wilkin, quien fue procesado  por enriquecimiento ilícito derivado del narcotráfico y terminó siendo asesinado en marzo del 2001.
 
En este punto, Rodríguez también habló del excontador del cartel de Cali, Guillermo Pallomari, de quien dijo era una persona muy importante para la organización y aseguró que él sabía todo con respecto al manejo del dinero del cartel. En este mismo sentido se pronunció sobre el conocimiento que tenía Santiago medina, el ex tesorero de la campaña Samper presidente, sobre el manejo de algunos de estos  dineros....
 
William Rodríguez también habló sobre su participación y funciones en el cartel de Cali. Explicó que entre algunas de sus funciones estaba la de gestionar el lobby con los políticos y con otros personajes de la vida pública del país, que eran necesarios para la organización narcotraficante. Rodríguez aseguró que después de las capturas de su padre y tío,  le tocó asumir responsabilidades frente a la organización.
 
La entrega de la plata y la reunión con Botero y Serpa
 
William Rodríguez, considerado como el heredero del cartel de Cali, durante su declaración no solo habló de la supuesta entrega de dinero sino que también mencionó a los  ex ministros Horacio Serpa Uribe y Fernando Botero Zea. De acuerdo con su versión, en 1995 se reunió directamente con Horacio Serpa y con Fernando Botero en las instalaciones de la  Escuela de Caballería del Ejército, en el norte de Bogotá, donde precisamente se encontraba detenido el ex ministro de defensa, por cuenta del escándalo del proceso 8 mil.
 
Según su testimonio, en la cita también estaría el excongresista Jairo Chavarriaga, quien habría facilitado el encuentro. El motivo de la reunión, en criterio de Rodríguez, era el  trámite de la ley de extinción de dominio con fines retroactivos, hecho que preocupaba enormemente al cartel de Cali. Por eso, aseguró Rodríguez, es que necesitaban la colaboración del alto gobierno.
 
En esa reunión, Rodríguez aseguró, que para el cartel era claro que se trataba de un proyecto ilegal y el enriquecimiento ilícito no debería ser un delito autónomo, sino que la justicia tendría que probar el delito de dónde salía el dinero. La Fiscalía interrumpió por un momento el relato de Rodríguez y le preguntó por qué iba al sitio de reclusión de Fernando Botero, si es que acaso lo conocía.
 
Rodríguez no dudó en afirmar a los investigadores que sí conocía a Fernando Botero y explicó que lo conocía de reuniones que ocurrieron en Cali con su papá, Miguel Rodríguez. El heredero del cartel de Cali aclaró que dichas reuniones en Cali fueron para hablar sobre la financiación de la campaña de Samper y allí se pactó la entrega del dinero para la financiación de la campaña liberal.
 
El tema de la extradición 
 
Pero William Rodríguez fue más allá y  aseguró que esa no fue la única reunión con Serpa. Sino que se volvieron a reunir para revisar otro proyecto de ley. Este segundo encuentro, dijo Rodríguez, se dio en una oficina en el centro internacional en Bogotá. El tema esta vez era para hablar de extradición retroactiva. 
 
Rodríguez, dijo otra vez, que en la reunión se planteó el descontento del cartel de Cali por el trámite de esa ley de extradición, porque la consideraba ilegal y contraria a los intereses de la organización. Entonces, dijo Rodríguez,  que pidió nuevamente el apoyo del alto gobierno, para que esta ley no llegara a buen término.
 
El magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado
 
Entre el 15 y el 23 de abril pasado, la comisión judicial estuvo en Estados Unidos recibiendo varios testimonios dentro de la investigación por el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado. Uno de los objetivos de la Fiscalía era confirmar o desvirtuar una supuesta reunión entre el ex jefe paramilitar Carlos Castaño y algunos miembros del cartel del norte del Valle, donde Castaño los habría recriminado por participar en el magnicidio.
 
Para ello, tomó además de la declaración de William Rodríguez, la de los ex jefes paramilitares diego Fernando Murillo, alias don Berna, Francisco Javier Zuluaga, alias ‘Gordolindo’, del señalado narcotraficante Hernando Gómez Bustamante, alias ‘'Rasguño'’ y de Humberto Agredo, persona cercana a la casa Castaño.
 
Sobre el tema en concreto del magnicidio de Álvaro Gómez, William Rodríguez aseguró que no hubo ninguna vinculación del cartel de Cali con este homicidio. Incluso, según sus palabras, ellos estuvieron en desacuerdo con lo que sucedió. Para cerrar ese tema, Rodríguez dijo que no tenía ninguna información sobre este caso. 
 
Qué dicen los paramilitares
 
Hernando Gómez Bustamante - alias ''Rasguño'', dijo que efectivamente sí hubo esta reunión donde Castaño reclamó de manera airada sobre la participación del cartel del norte del Valle en el magnicidio de Gómez, incluso insistió a los fiscales, que todo esto era reiterativo, pues ya había hablado en detalle sobre este tema en otras diligencias que se realizaron años atrás. 'Rasguño' volvió a responsabilizar del crimen al cartel del norte del valle y al coronel Danilo González, a quien se le señalaba de tener nexos con esa organización y quien fue asesinado en Bogotá. 
 
Sin embargo, en esta diligencia la Fiscalía esperaba que 'Rasguño' entregara evidencias, documentos o pruebas, como lo había anunciado, de todos los señalamientos que ha hecho a más de 60 personas, pero no lo hizo, lo que causó un descontento y preocupación en los fiscales. 
 
Diego Fernando Murillo - alias don Berna, explicó que efectivamente esa reunión se dio, pero dice que no tuvo mayores detalles. Explico que el encuentro se habría dado por el año de 1996, pero luego dice  que la cita habría sido unos días después, del crimen. Sin embargo, alias don Berna se refirió sobre la presunta incidencia que habría tenido el extinto jefe del cartel del norte del valle Orlando Henao, conocido como el hombre del overol y el coronel Danilo González.
 
Francisco Javier Zuloaga - alias ‘Gordolindo’. Según su versión,  se realizó una reunión entre Carlos Castaño y el coronel Danilo González, cita que se habría dado en la finca de uno de los jefes paramilitares, donde Castaño mostró su total desacuerdo por el crimen, y recriminó fuertemente la participación del cartel del norte del valle. Sin embargo, las fechas del supuesto encuentro que entregó no coinciden con la de los otros declarantes.
 
Humberto Agredo, una persona cercana a Carlos Castaño, y relacionado con el tráfico de armas para los grupos paramilitares, dijo que en una reunión que tuvo en una finca con Carlos Castaño, este le manifestó sobre la vinculación del cartel del norte del Valle con el crimen y su molestia por lo ocurrido.
 
No obstante, en criterio de los investigadores consultados, en estas versiones no existió unanimidad, y mucho de lo que contaron estas personas, ya estaba en los expedientes que tienen los fiscales, fueron muy reiterativos, pero no coinciden en fechas; sitios, y participantes de la supuesta reunión de Castaño con los miembros del cartel del norte del valle sobre se habría hablado del magnicidio. Además, dicen los investigadores, sus versiones habrían sido de oídas y cuando les preguntaban sobre quienes podría ser testigos, dan los nombres de personas, que hoy están muertas.


Las historias de Faustino Asprilla que Caremonja le conoce
Este publicista anda desde los 13 años con el Tino, es su mejor imitador y por su ingenio ha ganado 6 premios de publicidad en Cannes.
Las historias de Faustino Asprilla que Caremonja le conoce
Faustino Asprilla y Víctor Manuel Osorio se bajaron de un Ferrari Spider F355, convertible, dos puestos, amarillo, edición limitada. Estaban prestos para entrar a la rythmoteque  más famosa y costosa de Milán (Italia). Escoltándolos se encontraba el chofer de Faustino en una camioneta Grand Cherokee europea, llevada por sí necesitaban otro vehículo para subir las conquistas. Era 1999, tanto Faustino como Víctor Manuel se encontraban destellando triunfos; el primero había ganado cinco títulos en Europa con el Parma Fútbol Club y había sido nominado al Balón de Oro en dos ocasiones. Por su lado Caremonja acababa de ganar el premio al mejor comercial de televisión de bebidas gaseosas en los festivales de publicidad New York Festival y Ojo de Iberoamérica. Pero, además, su creativa campaña llamada Silogismo, hecha para Sprite, era un éxito en la península itálica.
El termino vedette en Italia significa celebridad. Eso era Asprilla. Cuando los administradores del club lo vieron entrar le dieron la mejor vista, el sitio era tan exclusivo que la mesa tenía un cronometro -mesometro- que cobraba una lira por cada cinco minutos. Los colombianos pidieron una botella de champán Dom Pérignon servida en una cubeta repleta de fresas. Modelos, actrices y extranjeras se acercaban para tomarse una foto junto a la estrella del Parma que esa temporada se despedía del club. Las dos mujeres más guapas de la noche enviaron un mensaje con el mesero para saber sí podían acompañar a los tulueños. Una de ellas era una pelinegra italiana y la otra una despampanante rubia rumana, las dos desfilaban para una importante casa de modas europea.
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Al cabo de unos minutos, la bella rumana le preguntó a Faustino por qué abrazaba, agradecía y hasta le hacía venias a su compañero, ¿sí es que el tipo era muy famoso o qué pasaba?  Asprilla como buen colombiano presentó a su amigo con más títulos de los que tenía. Le contó que ‘Facha di Soura’ (Caremonja) era el hombre que se había inventado el famoso comercial Silogismo de Sprite, pero le aumentó un poquito: le aseguró que ‘Facha di Soura’ era el Director Creativo General de Coca Cola para Latinoamérica.
La rumana no se le volvió a despegar un segundo a Caremonja, le daba besos hasta en el pelo. Pasadas varias botellas de champán y de pagar tan solo por el cronometro de la mesa cerca de cinco millones de pesos colombianos, Faustino salió en su Ferrari con la italiana y Víctor Manuel con la rumana en la Grand Cherokee. Así, durante una semana la dupla tulueña se daba un banquete nocturno que finalizaba cada madrugada. Pero Faustino no exageraba presentando las cualidades de su mejor amigo. Un par de años después, Víctor Manuel Osorio se convertiría en uno de los pocos publicistas colombianos que ha ganado seis metales en el festival de publicidad más reputado del planeta, el Cannes Lions International. Algo así como los Oscar de publicidad. Como si fuera poco ha logrado ganar dos veces el Gran León de Oro, el máximo reconocimiento en el mundo publicitario.
Pero su compinchería comenzaría hace 30 años, una amistad férrea que los convertiría en aguijón y alacrán; vivir sin el otro, imposible. Tenían 13 años cuando en los mangones que separaban al barrio Popular de las grandes casas del barrio Alvernia, las galladas de niños llegaban a jugar fútbol. Faustino, siempre incansable, terminaba el partido con sus amigos y se pasaba a la cancha del frente para divertirse con los chicos de estrato seis. Aunque, contrario a lo que se muestra en la serie La Selección que emite Caracol Televisión, Faustino nunca fue pobre; el deportista creció en el seno de una familia clase media que todo lo tenía. Su papá, don Diego Asprilla era el jefe de calderas del ingenio azucarero San Carlos. Caremonja, regordete por aquella época, fue el primero en acercarse al delgado y ágil Faustino.
Los lazos se estrecharían un día que los niños del Alvernia tenían pactado un juego en el Club Campestre con los chicos del Sajonia, el otro barrio de ricos de Tuluá. A Caremonja se le ocurrió reforzar el equipo con aquel ‘pelado’ del Popular que hacía goles hasta con los ojos cerrados. Ganaron por goleada de manera que era indispensable invitar a Faustino todos los fines de semana. Como existía una regla ridícula en el club, donde los socios solo podían invitar una vez cada tres meses a un amigo, los chicos se dieron la maña para meter por el alambrado a su delantero estrella. Durante varios años Gilberto Navarrete, gerente del club, sacaba a empujones al inocente Faustino por no ser socio y porque su familia no tenía acciones en el club.
Muchos años después, en la cúspide de su carrera, Faustino habría de llegar a Tuluá en una lujosa camioneta. Al pasar por la casa del ingrato gerente Navarrete, el jugador estacionó su carro frente a su antejardín. Navarrete se paró de su mecedora y abrió sus brazos:
—Faustino, hombre qué más. Siga, bienvenido a mi casa.
—No señor, yo no vengo a su casa, pero recuerde que de ahora en adelante usted no me puede sacar ni del club ni del corazón de los tulueños, buen día viejo hiju…
La serie televisiva La Selección muestra a Caremonja como el promotor del Tino Asprilla, pero eso solo hace parte de la ficción. Por el contrario la mamá de Faustino sí fue pilar fundamental de su carrera.
La serie televisiva La Selección muestra a Caremonja como el promotor del Tino Asprilla, pero eso solo hace parte de la ficción. Por el contrario la mamá de Faustino sí fue pilar fundamental de su carrera.
La vida de Caremonja y el Tino estaba signada a cruzarse y quererse. Los dos nacieron el año en que los gringos le dijeron al mundo que el hombre había pisado la luna. Cuando cumplieron sus 15 primaveras ya se destacaba en todo cuanto los haría celebres: Faustino Hernán hacía parte de las divisiones inferiores del club Carlos Sarmiento Lora, mientras que Víctor Manuel realizaba creativos monólogos de humor en el club La Gran Fonda. Cuando hacían daños, los papás de ambos sabían que los encontrarían escondidos en la copa del árbol que había en el patio de los Asprilla, la casa de Faustino siempre tuvo aroma a guayaba, aquel fruto que lo perseguiría para siempre.
La ficción de la serie muestra a la madre de Faustino como obstáculo para los sueños de su hijo. Lejos de aquella paradoja, doña Marcela fue la gran alentadora de la carrera del futbolista. Aquella ama de casa, incluso, era quien le financiaba los viajes diarios para ir a entrenar a Cali. Lo mismo ocurría con Víctor Manuel, su madre era quien lo defendía cuando su papá le decía que de hacer reír a la gente no iba a vivir.
Adolescentes, cada uno debe tomar su partido. En 1986 el yugoeslavo Vladimir Popović, director técnico del Deportivo Cali, ve jugar a Faustino en una práctica contra su equipo profesional. Lo llama, pero le dice que por su fragilidad lo va dejar en el equipo de reserva para irse formando. Asprilla no aceptó y quedó un poco frustrado porque quería estar en el equipo de Valderrama, Redín y Aravena. A su vez, el papá de Víctor Manuel, lo matrícula en Arquitectura en una universidad de la capital del Valle, pero la frustración de encontrase con una carrera que no le apasionaba, lo hace renunciar en el tercer semestre.
Año y medio más tarde Faustino es fichado por el Cúcuta Deportivo, mientras Víctor Manuel convence a su papá para que patrocine sus estudios de publicidad en la Universidad Católica de Manizales. Deben dejar Tuluá. La primera vez que Asprilla moja prensa ocurre el día en que le marca dos goles al arquero insignia de Millonarios, Sergio Goycochea.  Aquel año de su debut profesional marca 17 goles y de inmediato es fichado por el Atlético Nacional.
En diciembre de 1988 y durante el resto de diciembres que vienen hasta que alguno de los amigos deje la Tierra, iniciarán un rito de fraternidad en la venta de comidas rápidas de los Moreno. Justo en la Carrera 32 con calle 25 en Tuluá. Allí, Faustino les cuenta cómo es jugar en un equipo profesional y Caremonja realiza parodias en plena calle. Entonces, Olmedo Gómez, Jhon Gallo, Osmiro Colonia, Fernando Galvez, Víctor Manuel Osorio y Faustino Asprilla, se convierten en los cinco dedos de una mano de mamagallistas.
Es diciembre de 1989, todos están en la esquina de los Moreno mirando a ‘Siete chichos” -como le decían desde niño a Asprilla porque se la pasaba aporreado-, se encuentran embelesados de lo que el jugador les cuenta del Nacional.  Ellos le preguntan por el pelo de Higuita. Sí Andrés Escobar con esa pinta conquistaba muchas mujeres. Por qué Leonel Álvarez era tan rudo y malgeniado. Cuando Faustino termina, sigue Caremonja con las historias que su amigo no quiere que se sepan. Por ejemplo, que el Nacional le regaló un Mazda 323 rojo, pero que el “afiebrado” Faustino se emocionó tanto que lo llamó a Manizales a decirle:
—Hola, Caremonja, pilla que me acaban de regalar un carro, todo iba bien, he volteado toda la tarde, pero éste “chechere” se apagó. Papi ¿sería que lo fundí?
—Fausto, ¿no será que hay que echarle gasolina?
Faustino es una estrella del Nacional en 1991. Al punto que se convierte en hombre indispensable del equipo, pero no deja de ser inquieto. Pronto el técnico Hernán Darío Gómez se entera que Asprilla ha comprado una Kawasaki KMX verde fluorescente de 125 centímetros cúbicos. La moto de alto cilindraje que utilizan los pillos para matar gente o para matarse en las curvas yendo para Sabaneta. Le piden que la venda o no volverá a ser alineado en la titular. Fausto se niega. Ricardo ‘el pipe’ Pérez le cuenta que a la oficina de cobro de uno de los capos del Cartel de Medellín ha llegado la orden de mandarle a robar la moto, porque no admiten que lo vayan a dejar en la banca. El avezado Asprilla, sin pensarlo dos veces se embarca en un viaje de más de 10 horas por carretera a guardar su juguete en la casa de Caremonja en Tuluá, porque su mamá también lo regañaba.
Víctor Manuel, más humorista que publicista, llega a Bogotá para hacer sus prácticas en la agencia Publicidad Toro BBD. Comparte apartamento en el barrio Cedritos con un muchacho que pronto también haría fama, el hoy cantante de vallenatos Peter Manjarrés. Por aquellos días Alfonso Lizarazo vio a Víctor Manuel contando chistes y lo invitó para que concursara en Sábados Felices, pero Caremonja quería consultarlo con sus amigos el diciembre que se avecinaba en aquella esquina de siempre. Por televisión ven como Faustino acapara los titulares del Torneo Preolímpico de Asunción, en el que Colombia consigue clasificarse a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Asprilla es el primer jugador colombiano en ser vendido por la astronómica suma de siete millones de dólares al Parma de Italia.
Por derecho a Asprilla le tocaba el ocho por ciento de su venta al equipo italiano. Pero Sergio Naranjo (para la época presidente del Atlético Nacional), quien recibe todo el dinero, nunca le cancela su parte al jugador. La vida es una revancha. Años más tarde en plena candidatura a la alcaldía de Medellín, Naranjo llama a Asprilla para que lo apoye en la campaña, Fausto el memorioso sentencia:
—Doctor Sergio, ¿se acuerda del dinero con el que se quedó de mi venta al Parma?, tome lo que necesita de ahí. Hasta luego.
Víctor Manuel conoce al detalle todos los romances de su amigo Faustino Asprilla. El de Lady Noriega el más conocido. “Un amor que nunca ocultaron los dos”, dice Víctor.
Víctor Manuel conoce al detalle todos los romances de su amigo Faustino Asprilla. El de Lady Noriega el más conocido. “Un amor que nunca ocultaron los dos”, dice Víctor.
La estafa no amilana a Faustino que quería hacer historia y decide firmar. Sin embargo, le cuenta a los dirigentes italianos que su deseo es dejarle amoblada y pintada la casa a su mamá. Los ejecutivos le piden un número de cuenta. Cuando Faustino se acerca al Banco Conavi para saber cuánto le habían consignado de Parma, tuvo que repasar los ceros una y otra vez. Nunca jamás había tenido 300 millones de pesos en su poder. Del susto los saca todos en efectivo y se los entrega a su mamá para que construya una nueva casa. El viejo palo de guayaba es derrumbado y en el barrio Popular se levanta la primera mansión con piscina.
Asprilla llegó en el invierno europeo.  Se quería devolver. Había dos cosas que lo apartaban de aquellos ecos de apartamento vacío: hablar con su mamá y llamar a Caremonja para que le contara chistes. Hablaban a las dos de la mañana de Colombia, ocho en Italia. Se extrañaban tanto que Caremonja, como no tenía dinero para pagar las cuentas de teléfono, marcaba al apartamento de su amigo en Italia y entonces de manera rápida le decía: “¿adivina quién se casó en Tuluá?”, pero colgaba para que Fausto le devolviera la llamada. Doña Marcela, tuvo que viajar a Parma porque su hijo se iba a devolver. Allá lo regañó y en pocas palabras le dio un mensaje que jamás se saldría de su cabeza:
—Mijo’, ya hizo lo más: llegar. Ahora falta lo menos: triunfar. A Colombia no vuelve si no ha triunfado, hágalo por usted, por mi.
El primero de mayo de 1993 murió, víctima de un cáncer, la mamá de Faustino Hernán Asprilla Hinestrosa. El jugador cambió. Con el corazón apaleado como pelota de barrio humilde, Faustino se quería ir a la eternidad con su madre. Se quería tirar al hueco. A su regreso a Italia, para motivarlo, los directivos del Parma le hicieron una propuesta: “Si te quedas te regalamos el carro de moda, un Mercedes 500, convertible, gris”. No conforme con ello, Faustino aceptó con otra condición más: “pero el carro me lo ponen en Colombia, aquí pa’ qué”. Mientras tanto Caremonja se había convertido en el mejor copy (redactor publicitario) de la agencia en la que trabajaba, aunque no se ganaba ni un sueldo mínimo. Faustino en cambio figuraba como el mejor delantero de las eliminatorias al mundial USA 94’ y ganaba 120 mil dólares mensuales en el Parma.
El domingo 5 de septiembre de 1993, Faustino estaba enfermo. Tenía una fiebre de 38 grados y dolor en el cuerpo. No iba a ser alineado pero insistió. En Italia había aprendido unos trucos para ahogar la voz de los hinchas, entonces le pidió permiso a Francisco Maturana (técnico de la Selección Colombia) para salir en la previa del partido a la grama del Estadio Monumental de Buenos Aires. El objetivo era molestar a los seguidores argentinos. La gradería estaba atestada con más de 67 mil camisetas albicelestes que esperaban la salida de la selección de Batistuta y Goycochea.
Pero a Faustino se le ocurrió algo más. Le preguntó a Gustavo Mascardi, su representante, que sí desde su teléfono satélital se podía marcar a Tuluá, el argentino respondió afirmativamente y Faustino recitó el primer número que se le vino a la mente. Asprilla salió al centro de la cancha haciendo ‘veintiuna’ sin dejar caer el balón y con un inmenso teléfono negro en la mano. El público argentino se despachó en chiflidos y groserías, pensaban que estaba payaseando pero el teléfono en realidad estaba marcando a una casa en el centro del Valle del Cauca.
—¡Alo! Quihubo ‘Espanto’ ¿Sabes de dónde te estoy llamando?
—¿Fausto, sos vos o es Caremonja mamando gallo?
—¡Soy yo, Fausto, ome’! Háceme conversa para sacarle la putería a estos argentinos. Se va a caer éste estadio, papi. ¿No me estás viendo en tele?
— Ja ja ja ja, vos sos mucho malparido, Fausto. Ahí estás pintado…
Faustino le volvió a repetir la dosis a Goycochea, dos de los cinco goles de aquel recordado partido fueron del tulueño. Años después, Fernando Galvis, alias ‘Espanto’, se suicidó de un balazo en la sien.
En diciembre de 1993 Faustino recogió su Mercedes 500 en Buenaventura y emprendió su viaje hasta Tuluá. Raudo en carretera, capota abajo, Grupo Niche sonando en los parlantes y el tacómetro a 140 kilómetros por hora, Faustino se sobró en la curva de Punta Brava, llegando a Buga. Entonces, cayendo al río Cauca y esperando la muerte… un árbol de guayaba se atravesó arrebatándoselo a la eternidad. Pensó en su mamá. El árbol que lo detuvo emanó aquel olor a su niñez. Tal vez ella estaba allí para cuidarlo. Tal vez faltaba hacer historia.
Mientras el Tino se convierte en la estrella del Parma, recibiendo 120 mil dólares mensuales, su amigo Caremonja gana varios programas en Sábados Felices.
Mientras el Tino se convierte en la estrella del Parma, recibiendo 120 mil dólares mensuales, su amigo Caremonja gana varios programas en Sábados Felices.
Aquel diciembre en la esquina de los Moreno, Caremonja le avisó a sus amigos que iba a salir contando chistes en Sábados Felices. Todos le apostaron que no era capaz, incluso, Faustino le apostó un viaje a San Andrés. Perdieron. En febrero de 1994 Víctor Manuel Osorio, pasado de kilos, hizo reír a medio país. Se ganó $50.000 y una olla arrocera. Alfonso Lizarazo quedó encantado con el sketch del tulueño y lo invitó sin pasar filtros a los siguientes programas. Cuando descubrieron que era el mejor amigo de Asprilla, quien estaba de moda por ir al mundial del 94’, pero que además era su mejor imitador, Lizarazo lo contrató para actuar como el famoso jugador. Hasta hace poco, también, Caremonja fue el imitador de la voz de Asprilla en el programa de humor político, Los Rencauchados.
Antes de presentarse al mundial de Estados Unidos, la Selección Colombia jugó más de sesenta partidos de preparación. Encuentros por los que sacaba partido económico la Federación. El cansancio se notó. Fueron eliminados. El Parma vendió a Asprilla al New Castle de Inglaterra por 16.5 millones de dólares. Por aquellos días comenzó la moda en Colombia de usar las camisetas importadas de los equipos del fútbol europeo. Con el trabajo publicitario de Caremonja, el Tino abrió los almacenes Faustino Asprilla Sport. La creatividad fue explotada hasta en los malos momentos. En Medellín y Cali es recordada la valla publicitaria que hizo el ingenioso Caremonja para promocionar las tiendas de su amigo. Faustino acababa de ser expulsado del mundial Francia 98’. Entonces en una inmensa valla aparecía Asprilla triste, mirando sus guayos y junto a él un copy que rezaba: “vendo guayos sin estrenar” Faustino Asprilla Sport.
El comercial más recordado en el que aparece el Tino también fue idea de Caremonja. En el popular spot aparece Faustino, sediento y bebiendo una desconocida gaseosa marca Fama. Justo cuando el director dice “¡corten!”, Asprilla vomita todo el liquido. Hay un fundido a negro y aparece un slogan que dice: “la imagen es nada tu sed es todo” Sprite.  Faustino recibió por el comercial 30 mil dólares, mientras Víctor Manuel fue premiado en los festivales de publicidad Nova, Fiap y New York Festival.
Víctor Manuel Osorio exhibiendo el León de Oro ganado  durante 2012 en el Cannes Lions Festival.
Víctor Manuel Osorio exhibiendo el León de Oro ganado durante 2012 en el Cannes Lions Festival.
Las fiestas siguen. Parma, Londres, São Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México, Santiago de Chile, Buenos Aires y en todas las ciudades donde va a jugar el Tino, Caremonja es invitado por lo menos un fin de semana. En el año 2009, Faustino Asprilla se retira después de lograr un extenso palmarés. Su partido de despedida es organizado en Medellín por Víctor Manuel. Además, Caremonja le regala la producción y realización de un comercial hecho en Alta Definición, otra idea de premio. Faustino se dedica a descansar y a manejar sus negocios. La fortuna que hizo Faustino en sus 23 años de carrera deportiva la invirtió en tierras productivas de caña de azúcar. Quedan en el Ingenio San Carlos, donde su papá trabajó toda la vida. Sus cañaduzales se encuentran en comodato con la compañía Azúcar Manuelita. Negocio que le renta un promedio de 30 millones de pesos al mes. Es un mito urbano que Asprilla sea accionista o propietario de la compañía de buses S26.
La fortuna de Caremonja radica en los premios de publicidad que ha merecido en 25 años de carrera. En Cannes han pronunciado seis veces su nombre para que recoja lo que su cerebro cosechó: dos leones de oro, dos de bronce y uno de plata. Aunque en su casa no exhibe ninguno de los más de 300 galardones que ha recibido, al escudriñar un viejo cajón de su biblioteca, éste se convierte en una caja de pandora del que van emergiendo los dorados argumentos que confirman al “ingenioso hidalgo tulueño que lleva por dentro” como dice uno de sus colegas:  premios de la FIAP, The New York Festival, Sol Festival, Ojo de Iberoamérica, Nova y Clio reposan en su haber. Marcas como Coca Cola, Movistar, Unicef, Presidencia de la República, Home Center, Caracol Televisión, Chevrolet y El Tiempo entre otras,  encargan sus estrategias publicitarias al único hombre que hace reír y llorar a Faustino.
Hasta hace poco un redactor creativo junior -nuevo en la agencia de publicidad donde trabaja en las mañanas Caremonja- le parecía que el tulueño, de lo creativo que era, se inventaba las historias. Y es que sus respuestas, aunque sinceras, parecían increíbles:
—Víctor ¿cómo te fue el fin de semana, qué hiciste?
—Bien, chévere.
—Pero ¿qué hiciste?
—El viernes fui a Brasil para ver un partido. El sábado, apenas se acabó el partido, tomé un avión para ir a una fiesta en Argentina. Allí se alargó la rumba y nos regresamos de remate a Brasil y por eso es que llegué bronceado.
—No, pues sí. Tres países en un fin de semana. Ajá.
—Sí ve, para qué pregunta.
Era verdad. El Tino había llamado a Caremonja para que lo acompañara a un partido benéfico a Sao Paulo, después viajaron a Buenos Aires al cumpleaños de su ex representante Gustavo Mascardi y se regresaron a Brasil invitados por un jugador insignia de la verde amárela. Lo que no sabía el joven publicista es que Víctor Manuel Osorio Gómez y Faustino Hernán Asprilla Hinestrosa son, desde niños, los mejores amigos.
Así dormía el legendario Julio Mario Santodomingo
Estas son las cinco refinadas residencias en Nueva York, Bogotá, Paris, Cartagena y la isla de Barú en las que el influyente empresario pasaba el año
Así dormía el legendario Julio Mario Santodomingo
Julio Mario Santodomingo fue durante muchos años antes de que apareciera la fortuna financiera de Luis Carlos Sarmiento, el hombre más rico de Colombia y claramente, el más influyente del país. Ocupó el puesto 108 de los millonarios del mundo en la revista Forbes. Su fortuna alcanzó los 8.400 millones de dólares equivalentes a 16 billones de pesos. Fue el responsable de la que podría considerarse la transacción más importante de Colombia en 2005 al fusionar Bavaria con Sabmiller, el emporio cervecero surafricano, en una transacción por 7.800 millones de dólares con la que Santodomingo pasó a controlar el 15% de una de las cerveceras más grandes del mundo. Una jugada maestra que le ha multiplicado su riqueza en los últimos ocho años y ha puesto a su hijo Alejandro de 35 años, a la cabeza del grupo empresarial ubicándolo como uno de los solteros mas ricos del mundo.
Julio Mario había nacido en 1924 y heredó la primera riqueza de su padre, el barranquillero Mario Santodomingo. Murió en el 2011 en el apartamento donde vivió más de treinta años en el emblemático edificio 740 Park en Park Avenue construido en 1927, en los años de gloria de esa gran avenida. Fue  vecino de Jackie Kennedy, de John D.Rockefeller y hoy vive allí la exitosa diseñadora Vara Wang. Julio Mario ocupaba el piso décimo piso decorado por la famosa diseñadora rumana de interiores Mica Ertegun, desde 1980. Entre los cuadros de su colección de arte sobresale un Picasso que enmarca un gran piano de cola en la sala principal del dúplex.
park avenue
Julio Mario Santodomingo vivió durante 30 años en el edificio 740 Park en la avenida Park Avenue de Nueva York.
En Santa Ana, la Isla de Barú está su casa de vacaciones caribeñas, un aroma que nunca perdió, donde pasaba periodos largos en las navidades rodeado de la familia e invitados especiales como Henry Kissinger.  Sus vecinos, los isleños de Barú, cuentan que el empresario no sólo les otorgaba créditos a través de la Fundación Mario Santodomingo para mejorar sus viviendas sino que conversaba con ellos. Sobre un terreno de 130 hectáreas al sur de Playa Blanca, Julio Mario le pidió al arquitecto Rafael Obregón Gonzales que le diseñara una casa sencilla. Inicialmente sería de dos niveles pero terminó siendo un complejo de construcciones compuesto por: una casa principal, varias casas de huéspedes, instalaciones para escoltas, cancha de tenis, un muelle cubierto y un malecón para proteger a las embarcaciones de la mareta. Lo más hermoso de esta propiedad es el jardín de plantas nativas, obra de la diseñadora de jardines, la cartagenera Gloria Escobar.
barú
En la isla de Barú está la casa de descansa donde se junta la familia todos los diciembres. Para Lauren Santodomingo, su nuera, es su lugar preferido.
En el centro histórico de Cartagena está una de las casas preferidas de la familia en la que se filmaron varias escenas de la película “Crónica de una muerte anunciada.” Allí fue el matrimonio de su hijo Andrés y su primogénito Alejandro quien la frecuenta cuando viene a Colombia. Según se sabe uno de los antepasados más populares de la familia Santo Domingo fue el general Santo Domingo, combatiente de la Guerra de los mil días, quien compró ésta propiedad del siglo XVII sobre la esquina del convento de Santa Teresa. Al parecer cuando Julio Mario la heredó en los años 80 quiso agrandarla comprando cuatro casas vecinas que llegaban hasta la calle “Plaza del triunfo”. El arquitecto Jorge Pérez Norzagaray restauró la casa antigua  y rescató el terreno de las otras para construir una cancha de tenis, una piscina y un edificio para escoltas, además de adquirir otra propiedad sobre la calle de Baloco donde construyó apartamentos para sus visitantes. Esta propiedad es una casa respetuosa del estilo colonial, austera en el exterior pero con una exuberante vegetación tropical en los patios interiores.
La casona colonial del Centro Histórico de Cartagenase además de lugar de vacaciones es el sitio de encuentros empresariales y políticos.
Según cuenta Julio Correa el encargado de cuidar los carros en la calle de Baloco, la última vez que lo vieron salir de allí fue el sábado 8 de enero de 2010 para el matrimonio de Helen Cecilia Obregón y Jean-Michel Rousseau, día en el que Julio Mario caminó de gancho con su esposa Beatrice Dávila hasta la iglesia Santo Domingo. Quienes lo conocieron aseguran que pasaba las tardes en el mirador de esta casa desde donde apreciaba la arquitectura de la ciudad.
A finales de los años 60 los Santo Domingo construyeron un edificio de cinco apartamentos para miembros de la familia en un lote en la carrera 7 con calle 84 en Bogotá. El diseño fue de Fernando Martínez Sanabria, contemporáneo y amigo de Julio Mario, el padre de la arquitectura de ladrillo de Bogotá y maestro de Rogelio Salmona. Los primero niveles fueron para Beatriz Alicia, hermana de Julio Mario, y el último para vivienda de él. Un penthouse de tres pisos con una inmensa biblioteca que le perteneció a Martínez Sanabria y un gran salón amoblado con muebles europeos. Allí llega Alejandro Santodomingo cuando viene a las juntas de las inversiones familiares y especialmente del Canal Caracol.
bogotá
El penthouse del edificio construido por el “Chuli” Martínez ha sido la residencia familiar en Bogotá desde los años 70. Allí se hospeda su hijo Alejandro.
Julio Mario Santodomingo se transportaba siempre en su G650, un avión para siete personas con autonomía para volar a Europa, de manera que en una semana podía dormir en Bogotá, Nueva York y París donde la familia tiene aún su maison particuliere  en el exclusivo Boulevard Saint German, a escasas cuadras del Sena.
Se sentía a gusto en cualquiera de sus propiedades que visitaba dependiendo de la temporada y en las que frecuentaba los restaurantes vecinos. La mayor parte del tiempo la pasaba en el apartamento de Nueva York, especialmente en el otoño y principios del invierno para disfrutar de las temporadas de ópera y música clásica pues Beatriz Dávila de Santodomingo, su esposa, forma parte de los donantes del Metrolopolitan Opera House. La primavera la pasaba siempre en Paris y en verano alquilaba un barco para realizar un crucero por el Mediterráneo acompañado de su familia inmediata –hijos y nueras-, y  amigos muy cercanos. El destino de Diciembre para escampar el invierno era Cartagena y la isla en Barú.
Fotos revista Vogue: La casa en Paris junto al Sena es del siglo XVIII con una decoración contemporánea europea
Julio Mario Santodomingo murió en Nueva York y fue enterrado en el Woodlaw Cementery en el Distrito del Bronx en un funeral privado después de haber sido velado en Frank E. Campbell en Madison Avenue adonde concurrieron muchos colombianos así como la Princesa Carolina de Mónaco y su hijo Andrea Cashigari, en ese entonces novio de Tatiana con quien acaba de tener un hijo la nieta mayor de Julio Mario. Sus cenizas fueron posteriormente trasladadas al Mausoleo de la familia en el Cementerio Central de Bogotá.
Tatiana Santodomingo estuvo acompañada de su prometido Andrea Casiraghi
El funeral en Nueva York reunió a personajes de Colombia y el mundo. La familia real de Mónaco acompañó a su nieta Tatiana Santodomingo.
 
 

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